Una de nuestras primeras actividades que gestaron el
comienzo de nuestra asociación fue la acampada realizada a mediados del pasado
mes de agosto en el parque nacional de Sierra Nevada. Para el desconocimiento
de muchos, el parque nacional de Sierra Nevada se adentra en la zona oeste de
la provincia almeriense, siendo esta peculiar zona poblada de abundante
vegetación, principalmente pino silvestre.
El lugar elegido para nuestra pequeña aventura fue la región
cercana a la población de Aldeire. Unos siete de nosotros iniciamos la marcha
en el Puerto la Ragua ,
que determina la zona limítrofe entre Almería y Granada. El tiempo apremiaba, a
pensar de los días anteriores que estuvieron connotados con temperaturas algo
bajas, pero en nuestros dos días es estos parajes el sol fue uno de los
principales protagonistas de nuestra primera experiencia como asociación en
contacto con el medio natural que nos rodea. El sendero se diferencio por
varias etapas, desde un inicio escarpado hasta bajadas entre copioso pinar,
pasando por las llanuras de las cimas de los morrones que encabezan tan
maravilloso lugar.
El final del trayecto concluyó en uno de los refugios no señalados
en los mapas oficiales del parque de Sierra Nevada, pero que con anterioridad
se nos fue indicado por los propios responsables del dicho parque. Allí pudimos
conocer a dos de los entrañables pastores que siguen aun tan ancestral oficio a
pesar de las dificultades e inconvenientes que existen en su profesión en la
actualidad. Tras mantener una agradable charla con los dos vecinos de Aldeire,
nos pusimos a comenzar nuestro tan merecido almuerzo y al caer la tarde
emprendimos el montaje de las tiendas en
las cuales la mayoría de los asistentes prefirieron dormir fuera del refugio. Si
hay que destacar un momento especial entre los vividos en esta jornada, fue sin
duda la junta en hermandad de todos nosotros alrededor de la luz del campin-gas
en mitad de la inmensidad noche. Durante la inolvidable velada pudimos comprobar
que la noche en la montaña se carga de vida, escuchando principalmente a pocos
metros de nosotros los bramidos de los zorros silvestres que habitan tan
maravilloso paraje. Al día siguiente, después de un enérgico desayuno y recogida
de todos los enseres, y sobre todo y muy importante, de toda la basura que
pudimos generar, partimos de vuelta a hasta el punto de inicio del peculiar evento.
Sin lugar a dudas, esta experiencia nos marco como a cada uno de nosotros y no
descartamos en un futuro repetir la experiencia aprovechando más días para
poder explorar con más detenimiento todo el entorno en el cual pudimos convivir.